Como sabemos, el Gobierno no ha querido llevar a término en el anteproyecto de ley la colegiación obligatoria de los Administradores de Fincas. Nuestra experiencia al respecto nos hace pensar que podría ser fruto de no «escuchar» a los colectivos, así como a los profesionales.
La colegiación, desde nuestro punto de vista, debería de tener dos objetivos, principalmente servir para una garantía y seguridad del ciudadano, -que al fin y al cabo es el cliente-y segundo, proteger a los Colegiados.
Por ello, consideramos que los Colegios Oficiales deberían de estar sometidos a control para asegurar que se cumplen con los objetivos para lo que han sido creados (quizás este sería otro debate) , aunque el mayor problema que puede observarse de la eliminación de la colegiación obligatoria es la floración del intrusismo y el “todo vale…”.
Creemos y sabemos que para poder tener “peso” y capacidad de representación, los Colegios y profesionales deberían ir de la mano.
Existen Colegios muy corporativos, que dan prácticamente son inmunes frente a los ataques, y no sólo por su valía, que también, sino por su fuerza. Hablamos de Médicos, Veterinarios, Abogados, Arquitectos, Ingenieros…etc. En estos casos, los Colegiados no pueden cuestionarse si pertenecer a ellos. Su función siempre ha sido y será prioritaria, porque en caso de no existir podría incentivar que cualquiera sin los conocimientos y la experiencia necesarios ejerza la profesión. Por ejemplo, para ser neurólogo, después de 6 a 7 años de carrera, un MIR y mínimo cuatro años de residencia, el profesional ha de colegiarse para ejercer; evidentemente, esta acción genera garantías en el ciudadano.
Los Colegios de abogados, arquitectos, ingenieros…etc., cuentan con gran prestigio y reconocimiento social gracias a su trabajo. Pero su labor no sólo pone frenos a las inseguridades de los clientes, pues también mejora la situación del colegiado: llama la atención que en ninguna de estas profesiones se haya llegado a la situación que sufren muchos administradores de fincas, con precios bajos con “dumping” (precios por debajo de los costes) de la competencia, mala praxis de forma continuada que repercute en la visión de los clientes…etc.
A menudo, la larga tradición de la profesión determina el arraigo y el servicio de sus Colegios profesionales. No obstante, en profesiones como la administración de fincas de tanta importancia en nuestra sociedad, ¿cómo se evita la mala praxis y el intrusismo si no se oficializan los colectivos corporativos?
La alternativa a veces crece de forma instantánea, a través de grupos, gremios privados y asociaciones de profesionales que difícilmente logran conseguir el reconocimiento o la representatividad de la profesión y que a menudo generan confusión al estar vinculados con entidades privadas.
En nuestra empresa hablamos frecuentemente con Administradores/as cansados de tener que demostrar su profesionalidad por “la libre competencia”; la lucha del día a día contra estos problemas demuestra su gran profesionalidad. Y es que, como nosotros creemos, no hay peor error que confundir el ser profesional con ejercer una profesión.